Revueltas en el mundo árabe: nuestra arrogancia colonialista
Por Esther Benbassa. Historiadora, directora de estudios en la EPHE1.
Las interpretaciones que se hacen en Francia de las revueltas populares en el mundo árabe son indicadores de nuestras percepciones de ese mundo. Mientras Europa se recrea en su pesimismo y se lamenta de su crisis, pueblos sometidos al yugo de tiranos se ponen en pie y luchan por la libertad.
Algo que bien podría infundirnos valor y sacudir nuestra apatía para implicarnos en la batalla por una sociedad más justa y menos “aristocrática”.
Un inesperado choque de civilizaciones
Sin duda, padecemos de ese confort que nos adormece y del alienante espectro del paro. La Francia de la Revolución francesa observa la revolución en los países árabes tal vez con envidia, mientras que sus élites políticas y algunos de sus intelectuales temen esa sacudida y la comentan según esquemas de análisis de otras épocas, heredados del colonialismo.
Se preguntan cómo sus otrora colonizados son capaces de rebelarse, ellos, esos “atrasados de la civilización”, esos “islamistas-terroristas” obnubilados por su religión “retrógrada”. Esas mujeres a las que queríamos liberar en Occidente quitándoles el velo están allí en las plazas públicas -con o sin velo- dirigiendo la rebelión junto a los hombres y en pie de igualdad.
Además, esos “olvidados” de la modernidad han hecho su revolución utlizando los medios tecnológicos más avanzados, mientras nosotros los usamos las más de las veces para decir que hemos salido a pasear o que nos vamos de cumpleaños.
Ahí es donde se sitúa el “choque de civilizaciones”, en nuestro modo de ir a remolque de los grandes entusiasmos, de las grandes causas capaces de cambiar nuestra sociedad. Presos de nuestro conservadurismo, de pronto nos vemos ante la explosión positiva, la que se ha dado a la tarea de deshacerse de los tiranos y de los explotadores como los seres inmundos que son.
El islam como esquema de análisis
Hemos leído los acontecimientos a través de la lupa que agranda el islamismo, enemigo de la modernidad y de Occidente. Se trata de tendencias que sin duda existen dentro del islam y que no son ajenas al mundo árabe, que sin embargo es multiforme y no se deja reducir al esquema que imponemos por lo demás tanto al islam en Occidente como al islam en el mundo árabe.
Irán se ha convertido en objeto de todas nuestras fijaciones, que exportamos a todo lo que se mueva en el Mediterráneo musulmán.
De hecho, hemos tratado a esos países en ebullición con la arrogancia heredada del colonialismo. Hasta se nos ha olvidado que esos mismos pueblos ya se habían rebelado contra la propia colonización y habían adquirido la independencia al cabo de grandes luchas, y que no es la primera vez que toman las riendas de su destino, como verdaderos adultos y no como niños.
Es cierto que la diplomacia prefiere la estabilidad a lo desconocido. Y sin embargo, es en lo desconocido donde reside el futuro de esas sociedades que aspiran a todos esos derechos individuales que no son privilegio exclusivo de los herederos de la Ilustración, sino que forman parte del bien común de la Humanidad.
Agitar el espectro de los islamistas no basta para frenarlos. Y si los movimientos de obediencia islámica ocupan su lugar en el tablero político y llegan al poder mediante un proceso democrático, no por ello Occidente va a intervenir para impedirlo.
Turquía está dirigida por una suerte de “democracia musulmana” que no ha impedido al país lograr un crecimiento económico que hace palidecer a Europa, sin perder nada de su dinamismo, su creatividad o su inventiva.
¿Alguien puede decir que la irrupción de una “democracia cristiana” en Europa sería también un asalto a las libertades, cuando las extremas derechas racistas, islamófobas y populistas están al acecho del poder? Claro que no, pero ¿cómo convencer?
Islam, Israel y revueltas en tierras árabes
Los semanarios Le Point del 3 de febrero y L’Express del 9 daban su respuesta desde sus titulares de portada. El primero, presentaba a una mujer musulmana con velo con el siguiente mensaje en grandes caractares : “El espectro islamista”.
El segundo, mostraba a una joven soldado israelí ajustándose el casco militar con el siguiente texto: “Israel frente al despertar árabe”.
El mensaje es claro: por un lado el islam retrógrado, por otro, un Israel moderno y aliado de Occidente. Esta comparación no es fortuita, también asalta las mentes de no pocos intelectuales propensos a las acrobacias ideológicas.
Según ellos y ciertos “expertos” (la mayoría de los cuales lo ignoran casi todo de la religión), las revueltas en el mundo árabe están necesariamente abocadas al islamismo, que pondría en peligro a Israel. Irán, Hamas, Hezbollah, Túnez, Egipto formarían parte de una misma lucha. Si Holanda no es Francia, ¿por qué Egipto sería Irán o Túnez Líbano?
Pero para las próximas elecciones, a falta de verdaderos proyectos políticos, algunos partidos utilizarán para darse realce el pañuelo verde del islam. ¿Por qué perder tiempo y apoyar lo que ocurre en esa orilla del Mediterráneo tan cercana a nosotros y que, a mayor abundamiento, al democratizarse más se acercará más aún a los países occidentales vecinos para reconstruir un verdadero mare nostrum, un espacio de colaboración entre democracias, con menor corrupción?
El segundo temor estriba en que los “islamistas” en el poder ponen en peligro a Israel. ¿Alguien realmente cree que de la noche a la mañana esos países, Egipto en particular, van a poner fin a sus relaciones con Israel? ¿Que Israel está solo, débil e indefenso en la región? ¿Que el equilibrio geopolítico se alteraría de un día para otro porque un demócrata sustituya a un tirano? ¿Y que los que tomarán el poder serán en cualquier caso (fatalidad inevitable...) los islamistas, como en Irán?
Una vez más nos vemos atrapados en medio de ese nudo donde se entrelazan islamismo, conflicto israelo-palestino, legado colonial, rechazo del islam y arrogancia occidental.
Visitas pagadas al “príncipe” árabe
Incluso esas visitas costeadas por esos príncipes corruptos realizadas por nuestro Primer Ministro y nuestra ministra de asuntos exteriores recuerdan otros tiempos en los que se iba “allí” a servirse sin límites a costa de apoyar, al menos “moralmente”, en pago a los servicios prestados, a déspotas locales o regionales poco recomendables.
El propio embajador de Francia en Túnez se ha mostrado incapaz de observar con objetividad la rebelión que se fraguaba bajo sus ventanas, cegado por su propia visión de las cosas: la de la estabilidad (deseada) del régimen de Ben Alí. Esa estabilidad (cuya fragilidad quedó al descubierto repentinamente), esos dirigentes con los que se sabe cómo hablar son sin duda más importantes para nuestras élites políticas que la libertad de los pueblos árabes, que les trae sin cuidado.
¿Para cuándo una revolución de las mentalidades entre nosotros que nos permita mejorar nuestras previsiones y nuestra actitud en lo sucesivo? Ciertamente, necesitamos una terapia de choque que nos remueva hasta los tuétanos y haga despertar a nuestras sociedades adormecidas.
Paris, 11 de Febrero 2011.
Fuente: Rue89
Traducción: Jesús de Manuel Jerez
1 1 N. del T.: EPHE, Ecole pratique de hautes études (Escuela Práctica de Altos Estudios) es un centro de enseñanza superior, vinculado a La Sorbona y dedicado a la formación a través de la práctica en investigación fundamental y aplicada en Ciencias de la Vida y de la Tierra, Ciencias históricas y filológicas y Ciencias religiosas (información de la institución; fuente: http://www.ephe.sorbonne.fr/)